Este ojo observador, muestra una parte de sí que no suele ser vista, y que a veces puede resultar grotesca. Encierra la belleza del interior, al mismo tiempo que es compartida por todos los animales, lo que recuerda a la mortalidad del ser humano.
El mural, emplazado en la pared de la casa más antigua de Carchelejo, vigila a todos los transeúntes, y ha dotado de vida propia a esta pequeña construcción.