Dos mujeres compactadas, una frente a otra y en una aparente simetría. Gerard Llanes (o Edward Lewis, su nombre artístico) nos presenta una sincronía entre estos dos personajes, enfrentados pero unidos, en lo que podría ser un espejo.
No le importa la anatomía, si no la intensidad que ha de desprender su escultura, rodeadas, además, de agua en un eterno baño.