No hay reencuentro
Combinando patrones psicodélicos y figuras simples, la obra busca ilustrar la visión interior del protagonista. Con un tinte un tanto pesimista, la obra cuenta la pequeña historia de reencontrarse con alguien con quien es imposible reencontrarse. Sin embargo, también puede interpretarse como una llamada a recibir con los brazos abiertos y recuperar al niño interior de cada uno. El color rojo y los círculos en blanco y negro representan la confusión y hostilidad que puede instigar en uno el mundo exterior, en comparación con las texturas planas y los colores más calmados del interior de la silueta.